Te amo tan sólo porque sí,
no porque lo hubiese
querido o convenido,
o porque tú me hubieses
invitado a un café
para hablarme sobre
las ventajas de amarte.
No, te amo de la nada,
sin cámaras lentas,
ni bella música de fondo,
sin insectos en el estómago
o levitaciones súbitas.
Te amo desde la única parte
en nosotros que puede crear
a partir de la nada,
desde muestra parte divina.
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