Y al final, que es cuando
las cosas realmente cuentan
todo se muestra tal cual es,
no hay manos gentiles,
ni cálidos encuentros,
tan sólo un viento tan gélido
y desgarrador como la muerte.


Me fui contra el océano,
sin amigos,
sin familia,
sin apoyos,
y toda la mierda en la que una vez creí
fue arrasada por las mismas olas.


Algunas cosas simplemente deben morir,
que el frío destruya la débil carne,
que endurezca el corazón o
lo desmorone en el intento,
y que haga de los latidos
violentos golpes de pistón.


Deja de llorar y levántate.
Que te tienes a tí mismo
y eso... Debe bastar.

Y son muchas las ideas que
convergen en tan pequeña cabeza,
legiones de miedos alimentadas por la ansiedad.

Y sin más que un escudo oxidado
al que llaman seguridad
me dispongo a resitir.


El frio resulta ser cálido al corazón,
nunca se vió en un puerto
tal recepción a un extranjero.

Manos plagadas de gentileza
apaciguaron tormentos,
y es la primera vez que creo
que el amanecer volverá.


Recorriendo tus pasos,
los mismos que una vez dimos bajo tu guía,
ahora soy yo quien porta el cayado
y otros los prestos a seguir.

Todas mis nubes se dispersaron
y mi mente al fin entendió cada
mirada, cada gesto, sonrisa y
frase que nunca más repetirás.

Hoy, tu recuerdo se hizo carne... Mi carne.