No sé como empezar...
tan sólo quiero empezar.

Ser fuente de poesía carnal
en un mundo de tantos santos etéreos.

Vivir entre palabras que se amen unas
a otras como pasos de baile de salón.

Enfrascarme en ardores de contienda,
entre besos que se escurran por la cama.

Mirar el cielo sin alzar la cabeza,
vestir penas de rojo y llamarles prosa.

Robarle vitalidad a los días,
secar posos de lagrimas amargas.

Encontrar entre artilugios la locura razonable
que me devuelva la bondad y la risa.

Quiero empezar...
Tan sólo no sé cómo empezar.

Heridas que cierran finalmente,
y una mañana como pocas abraza el cielo,
vendas de miedo caen con nudos
que se deshacen al tacto de la lucidez.

El aire, antes poluto en mentiras
se muestra ligero y complaciente,
rayos de luz atraviesan la bóveda celeste
y se derraman sobre nosotros
nunca tan cálidos, nunca tan dicientes.



Una promesa a mí...
dejar al rio correr,
y si su descontrolado cauce
la destrución trae,
que así halla de ser.
Pues en esta casa
todo lo que ha de perderse ya lo está.



La lluvia aún se nos niega,
y mirar al cielo
sólo lagrimas trae,
ya sólo puedes cavar
para buscar tu luz.

Y mientras apabullas
gritos de hambre y
cólera enclaustrada
qué tal si te dedicas
a buscar a tu dios muerto
que cómo a todos
fue necesario volver a crear.

Lanzado al mar por la mano del destino,
sin más armas que un propósito,
y entre las miles de burbujas,
tan dulce como arrullo de madre
y cálida como amanecer
puedo escuchar una voz...
"Respira... Tan sólo respira."



Y qué si tus manos me buscan,
crees que las mías te corresponderán?
Y si mi cuerpo cae en tu abismo,
¿no se irá después del amanecer?

Incluso un cazador desiste,
una joya pierde su brillo,
y no hay nada entre estas paredes
que pueda mantenerme por mucho.



Perdiste la batalla antes
de siquiera entrar a luchar,
renunciaste al impredecible ser
por el cómodo y simple existir.

Extrañas un cielo estrellado
como en tiempos lejanos.
pero no te atreves a dejar
de vivir con la cabeza gacha.

Olvidaste tus impulsos,
para tener meras formalidades.
Dejaste de lado las razones
para tener tan sólo excusas.

Estás apagando tu fuego por temor a quemarte,
y ahora... Te extingues.

El miedo te mueve,
matas aquello que te sonrie,
luchas por aquello que te condena,
haces reverencia a lo pagano
y desechas lo que no te refleja.

Hiciste del volverte esclavo
todo un método y
enseñas a otros como atarse
venerando el marmol.

Cortaste tus alas,
cercesnaste tus piernas,
tan sólo puedes arrastrarte.
Pudiste ser luz pero
escogiste ser grieta.



Entre un sol tibio
y una noche ajena
mi alma se posa.
Aún si pudiese cortar
cortar en limpio
mis ataduras titubearía,
Pues qué mejor guardián
de las puertas hacia
la libertad existe
más que el miedo?



Odio para destruir,
indiferencia para matar,
temor para alejarme,
dudas para detenerme,
esperanza para quedarme,
sangre para vivirte,
razones para enloquecerme,
silencio para ahogarme,
pérdidas para continuar,
letras para sobrevivir.

Tiento al desencanto,
apelo a tus fisuras,
anhelo mi indiferencia,
busco el repudio de tu brillo.

Evoco pasajes enfermizos,
aliento mi desprecio,
mato una vez más tu sonrisa...
Aún no doy con tu olvido.



Ideas que se retuercen
en la luz vacilante de una vela,
voces que se ahogan
en un silencio tan magno
e inmutable como
una apacible muerte.

Miles de razones kamekase
que viven con pasión
en la cresta de una ola
hacia las rocas,
y son tantas y tan efímeras
que aún no me encuentro.

A mi padre...

Author: Charles Joel /

Siempre fue así,
hasta donde la memoria alcanza,
siempre atrás,
con mi necesidad yendo trás de tí.
aún con la tierra
apegándose a tus pies,
y con tus lamentos
sujetados en tus labios.

Siempre fue así,
a la espera que gires
y veas lo que veo,
a tu esperanza yendo a mi lado.
Siempre fue así,
y no de otra forma,
con el silencio por invitado
y la ausencia como cómplice.

Siempre...

Hay una pequeña vela
manteniendo mi esperanza.

Hay un deseo maltrecho
evocando mis viejas glorias.

Hay unos labios dulces
preguntando por los míos.

Hay un deber ineludible
exigiendo mi presencia.

Hay unas manos viciosas
buscando mi calor.

Hay una voz quebrantada
susurrando mi nombre.

Hay un destino inaplazable
contándome los días.

Hay un pacto secreto
reclamando mi sangre.

Hay un tonto ideal
manteniendome en pie,
entero, cuerdo... A tu lado.