El ensordecedor grito del
silencio no me deja en paz,
los alaridos de la soledad
se hacen aún más agudos.

El dormir se convierte en un reto,
en una carrera a muerte,
en una lucha por sobrevivir
donde me siento seducido
a seguir soñando,
a no despertar jamás.

Y a veces, siento que fácilmente
podría caer en la tentación
de dejarme llevar y posarme
plácidamente en el jardin con
flores de mármol y árboles de roca.


Ícaro II

Quiero volar...
Pero mis demonios no me dejan,
sólo quiero salir de aquí, y si es necesario,
que la parca siniestra me lleve en su seno.

No soporto la impotencia de vivir entre mortales,
su hedor, la pestilencia de sus almas,
los gritos desesperados de sus cuerpos resentidos
con espíritus tan inconsistentes y débiles,
tan ciegos ante un sinfín de maravillas.

Deseo ascender hasta los confines del universo,
embriagarme con los jugos de una amazona celestial,
morir con una flor enterrada en mi pecho
y mil poemas en mis venas;
quiero a mi ángel dándome de beber de sus lágrimas
y atando dulcemente mis cordones,
Porque no quiero morir descalzo...
Que no piensen que la muerte me encontró descansando.

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